Acá en el pueblo, a unas cuadras, Mariela vivía
una vida
diferente a la mía, una violencia que no conozco por experiencia.
Enfrentada a
frases que golpeaban como martillos, a
la palabra del otro que la describía como algo y no como alguien.
La cabeza no dio más, el
corazón menos y tuvo
la suerte de darse cuenta de
que no
había vuelta atrás y quiso irse. Gastón
la
encerró en la casa con sus tres hijos chiquitos. La propiedad no
puede
abandonar a su dueño porque los objetos no deciden por sí mismos.
Salió, sí, a fuerza de policía y madre gamba,
que le brindó
su casa.
Acuerdo de por medio, Gastón se llevaba a sus
pibitos los
fines de semana. Primero fue regresarlos a cualquier hora, después
descuidarlos: narices rotas, buzos quemados, rapados. Cosas de las
que él no se
hacía cargo, accidentes evitables si ponés un poco de ojo, si te
das cuenta que
sos padre. O solamente si ves que esas personas pequeñas necesitan
cuidado y
afecto, eso que debería ser básico en el sentido común. Parece que
sólo es tarea
de madre tratar que los
hijos no se
lastimen. También lo es correr cuando les pasa algo. El último fin
de semana
Mariela no quiso que se los lleve, no es difícil imaginar porqué.
Tuvo que
trabar puertas y ventanas porque el tipo empezó a rondar la casa
para ver por
dónde entrar, hasta que decidió ir a buscar una pinza y cortar el
cable del
teléfono. La propiedad quedaba aislada hasta que el verdadero
dueño volviera a
tomar las riendas.
Una denuncia en la fiscalía le dio una
restricción que –me entero-
sólo dura treinta días. No sé a
quién se
le ocurrió que ese es el tiempo en el que un tipo corrige su conducta y que se evitan
posteriores represalias.
Así las cosas, y el miedo que no se va.
Hay cientos, miles de situaciones semejantes y
mucho peores.
Hay cuerpos dañados y muerte. Pero están lejos. Las voces particulares y
cercanas son las que sacuden.
Los pedidos globales de justicia muchas veces corren el riesgo de
volverse
insustanciales y vacíos de contenido, como cuando la consigna
“basta de
violencia” es sólo un cartel colgado en féisbuk y si pasa algo ahí nomás,
acá y ahora, mirás
para otro lado.
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